7 Pruebas Reales de que Jesús SI Existió

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Vivimos en una generación que acepta mitos modernos sin dudar, pero cuestiona la existencia del Jesús histórico. Por eso, en este documental analizamos 7 descubrimientos arqueológicos reales que confirman que Jesús sí existió: piezas funerarias del siglo I, testimonios hostiles de Roma, papiros paganos que mencionan su nombre, mosaicos cristianos anteriores a Nicea y, sobre todo, evidencias grabadas en piedra que muestran que los primeros creyentes lo adoraron como Dios en medio de persecuciones. Cada hallazgo conecta la arqueología con los Evangelios y demuestra que Jesús no es un mito, sino una figura histórica real cuya vida cambió el mundo para siempre. Prepárate para fortalecer tu fe con evidencia sólida, seria y profundamente bíblica. 🔹 LOS 7 DESCUBRIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS QUE CONFIRMAN QUE JESÚS SÍ EXISTIÓ 1. El Osario de Santiago Inscripción: “Santiago, hijo de José, hermano de Jesús”. Datado del siglo I, uno de los testimonios más directos del Jesús histórico. 2. El Papiro Mágico Griego (PGM VII) Un texto pagano del siglo II donde magos invocan el nombre de “Jesús” como fórmula espiritual de poder. Fuente no cristiana extremadamente valiosa. 3. El Papiro Egipcio P.Oxy. 840 Fragmento del siglo II con un diálogo atribuido a Jesús, evidencia temprana de que sus enseñanzas circulaban fuera de Judea. 4. El Mosaico Bizantino de Megido La iglesia cristiana más antigua (año 230 d.C.) con una inscripción que dedica una mesa a “Dios Jesucristo”, prueba de que la divinidad de Cristo era confesada antes de Nicea. 5. El Grafito de Alexámenos Burla romana del siglo II representando a un cristiano adorando a Jesús crucificado. Testimonio hostil que confirma la adoración a Cristo como Dios. 6. Inscripción Funeraria Cristiana de Siria (Siglo III) Lápidas con frases como “Jesús Cristo, ten misericordia”. Evidencia física del cristianismo primitivo en Oriente. 7. Inscripciones de las Catacumbas de Roma Grabados como “Jesús es el Cristo”, símbolos del pez, el pastor y la cruz. Pruebas directas de la fe y esperanza cristiana en los siglos II y III.